O Canada: un llanto desde el alma


Sin lugar a dudas el odio antisemita o judeofobo como gusten más es la forma más peligrosa de ignorancia, y no porque sea exclusivamente de sociedades subdesarrolladas sino porque entra en sociedades que ignoran el aporte que el Israel ha dejado en nuestras sociedades.
El antisemitismo parece crecer con gran velocidad en cada rincón de la tierra, sobre todo donde el ser humano está más expuesto al prejuicio.

En un país donde hay prejuicios es fácil que entre el antisemitismo de forma violenta, pero que entre en países donde el prejuicio parecía ser cosa superada es escalofriante. Es menester para mi hablar un poco de mi experiencia en Canadá, porque si, yo viví en Canadá 4 años de mi vida, y no ame a aquel país de la hoja de maple sino que lo amo como si mis raíces fuera de allí, así como amo a mi natal Colombia y a mi segunda patria Italia. Pero de igual forma en mi historia personal el pueblo judío es de una significativa importancia, quizás porque en algun rincón de mi ADN se encuentra una de esas semillas que me hace amar tanto al Estado de Israel como si una parte de mi corazón estuviese en él.

Quizás fue en Canadá donde aprendí que las minorías no deben ser víctimas de la marginación, y mucho menos del odio. Para el canadiense ser de donde sea que alguien provenga no lo hace más o menos ser humano, simplemente un ser digno de respeto y aceptación. Cuando veo y escucho los discursos de Justin Trudeau el Primer Ministro Canadiense y las notas que muestran a un país que en nada se parece al país donde viví, comprendo aún más la fuerza que tiene la Judeofobia en los países donde este tipo de problemáticas tenían que estar superadas.

El fin de La Shoá no borro el odio antisemita, y tampoco los ataques de Hamas que el mundo se ha encargado de minimizar gracias a la manipulación de la ONU y de muchos medios no solo del mundo árabe sino de Occidente. Los odios no se terminan porque sean combatidos, los odios se terminan cuando el hombre sale de la oscuridad de sus prejuicios. El antisemitismo se acabará cuando el mundo no solo abra sus ojos sino su mente y aprenda que es la verdad la que borra todo odio, que no es con mentiras como se alcanza La Paz sino con la verdad y la justicia. Debo recordar a mis lectores que muchos de los conflictos bélicos que se suscitan nacen a partir de la "incorrecta interpretación de la realidad", (citando a Gustavo Perednik en la definición que este da de los odios de grupo), y el odio antisemita de las mentiras antiguas creadas desde la antigüedad. Pensar que los odios de grupo tales como la xenofobia, la misoginia o el antisemitismo no llegan a los países avanzados es como subestimar el alcance de los mismos. 

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